DUERMEVELA
Ya casi se va la madrugada. La luz
del sol empieza a asomarse por las rendijas y debemos volver a las oscuras
sombras que nos visten. En las manos sigue faltando la piel del deseo y la
tormenta de su pelo. Un suspiro queda pendiente en los labios. La mirada, y la
nube que la envuelve, echan de menos la luz que les hace falta. ¡Ah!, las
trampas de la imaginación: en el sueño de la duermevela, sus muslos eran
bufanda en las mejillas y prisión para la cintura; de pie, la cabalgata del
ansia terminaba, después de un breve precipicio, en una caída húmeda y común. Y
al final no había más deudas que las que se tienen con uno mismo. ¡Ah!, las
ganas de mojarse en esa su lluvia. En ella saciarse y hacer crecer la sed de
ella.
Amanece con la certeza de que no
habrá mejor foto que la que le tome con mis manos y labios, ni mejor audio o
video que el del nacimiento de sus jadeos y gemidos, ni mejor tocada o pintura
que la de las pieles unidas, ni mejor entrevista que la de nuestros cuerpos...
¿Otra comunicación? ¿Otra información?
¿Otro arte? ¿Otra cultura? ¿Otra campaña? ¿Quién diablos abraza estos
despropósitos?
Tocan a la puerta del día. La sombra
se amarra las botas y las ganas. Hay que seguir caminando, escuchando...
Subcomandante
Insurgente Marcos