La historia del ratoncito y el gatito- Sub Comandante
Marcos.
Había una vez un ratoncito que tenía mucha hambre y
quería comer un quesito que estaba en la cocinita de la casita. Y entonces el
ratoncito se fue muy decidido a la cocinita para agarrar el quesito, pero
resulta que se le atravesó un gatito y el ratoncito se espantó mucho y se
corrió y ya no pudo ir por el quesito a la cocinita.
Entonces estaba el ratoncito pensando en cómo hacer
para ir por el quesito a la cocinita y pensó y dijo:
- Ya sé, voy a poner un platito con lechita y
entonces el gatito se va a poner a tomar la lechita porque a los gatitos les
gusta mucho la lechita. Y entonces, cuando el gatito esté tomando su lechita y
no se dé cuenta, yo voy a ir a la cocinita para agarrar el quesito y me lo voy
a comer. - Muuuy buena idea -dijo el mismo ratoncito.
Y entonces se fue para buscar la lechita pero resulta
que la lechita estaba en la cocinita y, cuando el ratoncito quiso ir a la
cocinita, se le atravesó el gatito y el ratoncito se espantó mucho y se corrió
y ya no pudo ir por la lechita. Entonces estaba el ratoncito pensando en cómo
hacer para ir por la lechita a la cocinita y pensó y dijo:
- Ya sé, voy a aventar un pescadito muy lejos y
entonces el gatito se va a correr para ir a comer el pescadito, porque a los
gatitos les gusta mucho el pescadito. Y entonces, cuando el gatito esté
comiendo su pescadito y no se dé cuenta, yo voy a ir a la cocinita para agarrar
la lechita para poner en un platito y entonces, cuando el gatito esté tomando
su lechita y no se dé cuenta, yo voy a ir a la cocinita para agarrar el quesito
y me lo voy a comer. - Muuuy buena idea -dijo el mismo ratoncito.
Y entonces se fue a buscar el pescadito pero resulta
que el pescadito estaba en la cocinita y, cuando el ratoncito quiso ir a la
cocinita, se le atravesó el gatito y el ratoncito se espantó mucho y se corrió
y ya no pudo ir por el pescadito. Y entonces el ratoncito vio que el quesito
que quería, la lechita y el pescadito, todo estaba en la cocinita y no podía
llegar porque el gatito se lo impedía. Y entonces el ratoncito dijo -“¡Ya
basta!"- y agarró una ametralladora y acribilló al gatito y fue a la
cocinita y vio que el pescadito, la lechita y el quesito ya se habían echado a
perder y ya no se podían comer y entonces regresó a donde estaba el gatito y lo
destazó y luego hizo un gran asado y luego invitó a todos sus amiguitos y
amiguitas y entonces hicieron una fiesta y se comieron al gatito asado y
cantaron y bailaron y vivieron muy felices. Y la historia comenzó…
Éste es el final del relato y el término de esta
misiva. Os recuerdo que las divisiones entre países sólo sirven para tipificar
el delito de “contrabando” y para darle sentido a las guerras.
Es claro que existen, al menos, dos cosas que están
por encima de las fronteras: la una es el crimen que, disfrazado de modernidad,
distribuye la miseria a escala mundial; la otra es la esperanza de que la
vergüenza sólo exista cuando uno se equivoca de paso en el baile y no cada vez
que nos vemos en un espejo. Para acabar con el primero y para hacer florecer la
segunda, sólo hace falta luchar y ser mejores. Lo demás se sigue solo y es lo
que suele llenar bibliotecas y museos.
No es necesario conquistar el mundo, basta con
hacerlo de nuevo… Salud y sabed que, para el amor, una cama es sólo un
pretexto; para el baile, una tonada es sólo un adorno; y para luchar, la
nacionalidad es sólo un accidente meramente circunstancial.